DIVAGACIONES SOBRE LAS SOMBRAS
La clave para entender la sombra es abstraerla del objeto que la proyecta, observarla a diferentes horas del día, ver cómo se estira, se alarga, adelgaza y engorda. Las sombras, aunque cambian, permanecen fieles a sí, al objeto o individuo que las genera.
Hay sombras, sin embargo, que parecen salir de la nada, que son fantasmas (ya lo dijeron por ahí: el fantasma es una sombra sin objeto que la provoque). Éstas sombras viven de milagro, amenazadas diariamente por la iluminación múltiple y multidireccional. Resulta paradójico que siendo ausencia de luz, dependan de la luz y el objeto que se interpone.
Habría que intentar una taxonomía de las sombras, las de objetos animados e inanimados, por ejemplo. Una de objeto inanimado y de dimensiones planetarias, la encontramos en los eclipses. Resulta asombroso, cuando se medita bien en el asunto, que en un eclipse lunar es la sombra de nuestro planeta la que vemos creciendo en la superficie del satélite. El eclipse solar, aunque resulta majestuoso, siempre infunde un temor que va más allá de nuestro raciocinio. Quizás nos hace recordar que algún día, esa estrella también se apagará. Las manchas solares son las sombras que van creciendo, como un anticipo, en la candente superficie del sol, una especie de nostalgia estelar por la infinita oscuridad que la rodea, una probada de muerte.
Hay sombras, sin embargo, que parecen salir de la nada, que son fantasmas (ya lo dijeron por ahí: el fantasma es una sombra sin objeto que la provoque). Éstas sombras viven de milagro, amenazadas diariamente por la iluminación múltiple y multidireccional. Resulta paradójico que siendo ausencia de luz, dependan de la luz y el objeto que se interpone.
Habría que intentar una taxonomía de las sombras, las de objetos animados e inanimados, por ejemplo. Una de objeto inanimado y de dimensiones planetarias, la encontramos en los eclipses. Resulta asombroso, cuando se medita bien en el asunto, que en un eclipse lunar es la sombra de nuestro planeta la que vemos creciendo en la superficie del satélite. El eclipse solar, aunque resulta majestuoso, siempre infunde un temor que va más allá de nuestro raciocinio. Quizás nos hace recordar que algún día, esa estrella también se apagará. Las manchas solares son las sombras que van creciendo, como un anticipo, en la candente superficie del sol, una especie de nostalgia estelar por la infinita oscuridad que la rodea, una probada de muerte.
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