El poeta enfermo II
II. La machina qui malconpone
Estaba gastado lo de comprar palabras: las de los niños, violentas; los jovencitos, de moda; de contemporáneos y viejos, sólo rencores. ¿Y una invocación? ¿Qué tal funcionaría? Probó mentando a Zeus y a Hera, a Minerva y Afrodita, a cada una de las nueve musas, a la Virgen María y a la Santísima terna, a Buda y Alá. Nada germinaba en tan poco seso, ni una palabra quiso bajar al papel. Meter las palabras en un sombrero, o escribir un cadáver, ya lo habían hecho. Recordó entonces a su amigo, el de los múltiples lenguajes. “Un programa que me devuelva palabras”, le fue a pedir.
>>Canta doña glosa y replica doña lalia, golosa repica la cuerda cuenta de fin amores sinsabores revienta pulsa la tecla y calla las flores liquida la dama negra nubes como tumores edificios esdrújulos y palabras cigarro martillos y clavos contra Estigia viajan trovadores San Isidoro, San Isidoro oscura sombra mudéjar bárbaros bereberes visiten mozárabes al visigodo Santiago rema el verbo la rea que mal de amor y loco, loco libro instrumento escribe pariente, cruz, cruzada panadera, Joan Ruiz, enter, enter, afuera, stop, inicio, fin, arroba, loop y rizo y vuelta que canta de nuevo la glosa, no sirve, Juan Manuel, el algoritmo falla, la sintaxis y tanto parámetro, estúpida máquina, sólo hace lo que le pides, ¿no le metiste la gramática y el diccionario de retórica?, ¿qué con los tropos y la cuaderna vía?, demonios, ¿y el humor, Manuel, dónde se queda?. ¿Es que ya no se puede escribir un buen poema?. La puntuación es buena, concedo. “Cóntrol-pé”, me lo llevo.
“Palabras, quién me regala buenas palabras”. [¡Silencio!, estamos rodando].
Despeinado, en gabardina, de la su barba mesando, en el parabús aguarda el poeta, cuaderno y disco compacto en mano; junto a él, la viejita con bolsa de mandado. “Mis dedos son las flores, su cilantro sean los prados, jitomates frutas, sonrisas los elotes, autobús, ¿le ayudo con su bolsa?, sí joven, dios se lo pague”.
Estaba gastado lo de comprar palabras: las de los niños, violentas; los jovencitos, de moda; de contemporáneos y viejos, sólo rencores. ¿Y una invocación? ¿Qué tal funcionaría? Probó mentando a Zeus y a Hera, a Minerva y Afrodita, a cada una de las nueve musas, a la Virgen María y a la Santísima terna, a Buda y Alá. Nada germinaba en tan poco seso, ni una palabra quiso bajar al papel. Meter las palabras en un sombrero, o escribir un cadáver, ya lo habían hecho. Recordó entonces a su amigo, el de los múltiples lenguajes. “Un programa que me devuelva palabras”, le fue a pedir.
>>Canta doña glosa y replica doña lalia, golosa repica la cuerda cuenta de fin amores sinsabores revienta pulsa la tecla y calla las flores liquida la dama negra nubes como tumores edificios esdrújulos y palabras cigarro martillos y clavos contra Estigia viajan trovadores San Isidoro, San Isidoro oscura sombra mudéjar bárbaros bereberes visiten mozárabes al visigodo Santiago rema el verbo la rea que mal de amor y loco, loco libro instrumento escribe pariente, cruz, cruzada panadera, Joan Ruiz, enter, enter, afuera, stop, inicio, fin, arroba, loop y rizo y vuelta que canta de nuevo la glosa, no sirve, Juan Manuel, el algoritmo falla, la sintaxis y tanto parámetro, estúpida máquina, sólo hace lo que le pides, ¿no le metiste la gramática y el diccionario de retórica?, ¿qué con los tropos y la cuaderna vía?, demonios, ¿y el humor, Manuel, dónde se queda?. ¿Es que ya no se puede escribir un buen poema?. La puntuación es buena, concedo. “Cóntrol-pé”, me lo llevo.
“Palabras, quién me regala buenas palabras”. [¡Silencio!, estamos rodando].
Despeinado, en gabardina, de la su barba mesando, en el parabús aguarda el poeta, cuaderno y disco compacto en mano; junto a él, la viejita con bolsa de mandado. “Mis dedos son las flores, su cilantro sean los prados, jitomates frutas, sonrisas los elotes, autobús, ¿le ayudo con su bolsa?, sí joven, dios se lo pague”.
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