Contenido neto
Después del escándalo de los gatitos-bonsai, el autor de tan original negocio decidió envasar hienas. Embotelló ejemplares adultos en garrafones de veinte litros, sin embargo, el tamaño encarecía el producto y no podía almacenar más de una docena. La bonanza vino con las botellas de vino y las especiales. Las hubo con forma de gato, de perro, de hiena y, finalmente, lanzó las antropomorfas. Los problemas comenzaron cuando un comprador quisquilloso devolvió una: el animal envasado no reía. La noticia se difundió y un alud de inconformes exigió la risa o el reembolso del dinero. De nada le sirvió ofrecer hienas-bonsai en forma de cetáceo ni el ingenioso promocional:
“La botella va llena, en la ballena: va hiena”.
Amenazado por la bancarrota y una nueva demanda de la sociedad protectora de animales, el empresario ofreció las risas por separado en frascos miniatura. La última hiena-bonsai fue subastada. Clientes y ecologistas quedaron satisfechos. El negocio diversificó su oferta a toda clase de sonidos: sollozos, gritos coléricos, aullidos, gemidos, aplausos, ventosidades y cuanto fenómeno acústico pueda usted imaginar. Éste relato, por ejemplo, es una ficción-bonsai, producto de lo más vendido. Para cuentos clásicos breves, consulte nuestro catálogo en línea o visite cualquiera de nuestras sucursales.
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