Un personaje
En soledad, empecinado y meticuloso rebelde, el personaje fundaba por su cuenta un mundo imaginario. Escribió y escribió. Pasó noches en vela creando con palabras un lugar donde vivir. Del papel y la tinta logró aislar un pequeño departamento, una personalidad contradictoria, una esperanza. Comenzaba a instalarse en ellos cuando se percató de una amenaza olvidada en la otra realidad. Tuvo que intervenir de inmediato. Sobre el escritorio encontró el teléfono celular que seguía sonando. Lo arrojó contra la pared ante la mirada inerme del escritor. Y no había furia en ello: era el último detalle a eliminar antes de dar el salto definitivo al otro lado, y continuar escribiendo.
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