Aprendices
El telón se levantó, el reflector anunció el comienzo: lo vi agitar piernas y manos, mover cabeza y boca como si no fueran suyas. Daba saltitos, flotaba, no importándole que los brazos colgaran como hilachos, ajenos a la testa que giraba sin control. Y cuando una mano revivía para dibujar un círculo en el vacío, su cuerpo entero parecía un trapo.
—Eso es todo —interrumpí—. Aún te falta práctica para darle vida a tu acto.
—Pero es que yo, sí... —Me miró con desconsuelo, se dio palmadas en las mejillas. Al final chasqueó la boca y le entregó la marioneta al que seguía en la fila.
—Eso es todo —interrumpí—. Aún te falta práctica para darle vida a tu acto.
—Pero es que yo, sí... —Me miró con desconsuelo, se dio palmadas en las mejillas. Al final chasqueó la boca y le entregó la marioneta al que seguía en la fila.
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