Viñeta urbana
En el semáforo se detiene un auto. Lleva los cristales polarizados arriba, salvo por una rendija del lado del conductor; a través del parabrisas apenas se nota un par de manos sobre el volante. Una, tamborilea siguiendo el ritmo de una música inaudible; la otra, aprisiona entre los dedos el cigarrillo humeante. El cristal baja, la mano suelta la colilla. El semáforo cambia. El auto ya no está, en cambio, ahora hay otra mano, diferente. Nadie mira los deditos sucios que juegan con el cigarro, ni la nubecilla que se levanta y dispersa en medio del camellón.
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