Búfalo Pérez
“Volvió a saludar con la mano, con el gesto
seco que hubiera usado el posible Baldi.”
J.C. Onetti
J.C. Onetti
Desde la cumbre de sus ojos, Búfalo Pérez oteó la pradera monótona de computadoras prendidas y cabezas apagadas. Miró la salida y se dejó crecer un poco más la barba. Las lámparas de neón parpadearon y entonces avanzó por el pasillo de la caballeriza. Los caballos piafaron inquietos al sonido de las espuelas. En el umbral vio sentado al comisario con el rifle entre las rodillas. “Ahora vuelvo, voy por cigarros”, le dijo sin voltear a verlo. Abrió la puerta y, corriendo entre enfurecidos autos, atravesó la calle.
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