Charange
Harto repugnante y —hay que decirlo—, un fastidio, les parece a los músicos armadillos tener que rasurar a diario sus charanges. Durante los primeros cinco años después de fabricado el instrumento, con obstinación cronométrica, le brotan a la armadura dos pequeños retoños de plumas que, si no se podan antes del tercer día, producen un ángel completo que echa a volar por cualquier ventana o puerta abierta. Cumplidos los cinco años del charange, los músicos pueden descansar de la poda diaria y dedicarse a deleitar al público con las notas celestiales que para entonces ha alcanzado el instrumento.
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Nota: El dato se publicó en un diario francés; en Hispanoamérica el instrumento es conocido como charángel.
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