Cantar de las grandes y breves prendas donde no estás
Mientras abajo están dispersas —en el piso, el buró, y la cabecera de mi cama—, en el techo del condominio hay camisas de mangas victoriosas extendidas al viento de un mediodía de azotea; suéteres eufóricos que han perdido la cabeza y cuelgan, simples torsos ondulantes, al lado de la falta de piernas resuelta en pantalón o minifalda; la ausencia de mis pies convive, a la izquierda, con el escandaloso no estar de mi vecina en el breve nailon de su tanga y el sostén. Las sábanas se agitarán el fin de semana en el tendedero, estandartes alegres, ausencia de dos.
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