Estética de la verruga
Es el lunar depósito de manidos sentimientos y expansiones líricas de corte virgiliano, el anhelo secreto de todo aprendiz de poeta. Hay que poner un lunar en el labio superior de una diosa de porcelana con labios acorazonados y brillantes, para luego besarlo entre suspiros y chispas de chocolate. Lo que no se dice es que en el lunar hay un pequeño anticipo de la verruga que, más tarde que temprano, pero inevitablemente, extenderá su dedo apodíctico y espantable hacia la muy triste inspiración de sus aguerridos cantores. No se trata de arruinarle a las divas la colección de sus más íntimos trovadores, sino de advertir a la estirpe de juglares callejeros sobre las virtudes precautorias y estéticas de mirar lo horripilante en la entraña misma de lo bello. En todo lunar está la verruga en potencia; en toda verruga, la nostalgia de los besos.
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