La veo soñar con un viejo
El funeral fue tan real y triste como cualquiera, más largo aún por mis ansias de volver a encontrarla en sueños. Hasta hoy no hay mañana que no despierte con un ramo de flores blancas en la mano. En aquel entonces el experimento nos había parecido sencillo: hacer lo contrario de lo que hizo el hombre que atravesó el Paraíso y despertó con una rosa en la mano. Sólo que esta vez el soñador estaba bien despierto y, en lugar de flor, tenía a Pamela y tres diagnósticos adversos; meses más, meses menos. Pudo más nuestra juventud. No esperamos tanto. Una noche nos metimos a la cama con la seguridad de que ésa era “la noche”. Y, en efecto, cada vez que sueño, sueño que atravesamos campos de trigo, bebemos agua fresca en los arroyos, sobrevolamos viñedos y manzanares. Luego nos quedamos dormidos, pero sólo yo despierto.
<< Home