Pasajes
En mitad del camino de regreso hago siempre un alto y echo el ancla. Lanzo una moneda y la veo saltar, tres veces, antes de ser tragada por la pez oscura. Nubes como jirones pasan morosamente apenas ocultando y descubriendo el sol difuso que me alumbra. Bajo el casco carcomido de mi barca siento el agua deslizarse como bestia. Sueño entonces con aquellos borrosos tiempos, cuando perseguía botecitos de papiro en las riberas tenues de la Estigia.
Suena la campana. Me ves salir de la niebla. ¡Anda, sombra! ¡Anda!, ten lista tu plata.
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